Huejutla, Hgo. – La tarde del martes 17 de junio, la naturaleza volvió a exhibir la fragilidad de la infraestructura pública en Huejutla, las inundaciones exhiben mal uso de recursos e irresponsabilidad de las autoridades. Una lluvia intensa bastó para colapsar dos de los cuatro carriles de la carretera federal México-Tampico, a la altura de Zocuiteco, Benito Juárez.
El agua, sin drenaje ni salida, convirtió el asfalto en un río y el tránsito en un caos, mientras los vecinos y automovilistas, una vez más, se preguntaban: ¿dónde están las autoridades? ¿Quién responde por este desastre recurrente?
La respuesta, aunque incómoda para algunos, es clara: Morena y sus aliados, que gobiernan con mayoría en el municipio y el estado, son los responsables directos de la omisión, la falta de obras preventivas y el abandono de la infraestructura.
Desde 2020, Huejutla ha sido gobernado por Morena y aliados, primero con Daniel Andrade Zurutuza y, tras las elecciones de 2024, con la continuidad asegurada por la alianza Morena-Nueva Alianza.
Este control absoluto implica responsabilidad absoluta. No hay pretexto de minoría, ni de falta de recursos: Morena y sus aliados deciden, gestionan y ejecutan el presupuesto municipal y estatal.
La demanda de los habitantes de Zocuiteco es tan antigua como ignorada: la construcción de un dren pluvial que evite inundaciones cada temporada de lluvias. No es una petición nueva ni descabellada; es una necesidad elemental para una carretera federal que conecta a miles de personas con servicios, trabajo y educación.
Sin embargo, año tras año, la administración municipal —pejelover también— ha optado por la improvisación: esperar a que llegue la emergencia, pedir la intervención de Protección Civil, y luego, con bombas y palas, intentar desazolvar lo que no se previno. El resultado es siempre el mismo: circulación interrumpida, pérdidas económicas, riesgo de accidentes y un sentimiento de abandono entre los ciudadanos.
La Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), responsable de la red carretera federal, tampoco ha mostrado interés en coordinarse con el municipio para resolver el problema de fondo. Pero es el gobierno local quien debe gestionar, presionar y priorizar la obra, y no lo ha hecho.
La política local en Huejutla no solo padece la ineficacia institucional, sino la perpetuación de los mismos grupos de poder. El llamado “Clan Badillo”, conocido por su control político y prácticas clientelares, ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos: hoy, bajo el cobijo de Morena, mantiene su influencia y opera con la misma lógica de siempre. La “transformación” prometida por el partido guinda se ha limitado, en muchos casos, a un cambio de siglas, no de prácticas.
El gobernador Julio Menchaca Salazar, también de Morena, ha hecho de la transparencia y el combate a la corrupción su bandera. Sin embargo, la realidad en municipios como Huejutla contradice el discurso oficial. Las asambleas municipales, dominadas por Morena y sus aliados, aplauden informes y promesas, pero no fiscalizan ni exigen resultados tangibles. La falta de contrapesos reales ha convertido la administración pública en un espacio de simulación, donde la obra pública se anuncia pero no se ejecuta, y donde la prevención es sustituida por la reacción tardía.
La lluvia no solo inundó la carretera México-Tampico. También provocó desprendimientos de rocas en la carretera estatal Tehuetlán-Huazalingo, bloqueando el paso y poniendo en riesgo a usuarios del transporte rural. Una vez más, la respuesta fue reactiva: Protección Civil retiró escombros, pero el problema de fondo —la falta de mantenimiento y obras preventivas— sigue sin atenderse.
La explicación es tan evidente como alarmante: falta de voluntad política, de gestión y de prioridad. Morena y sus aliados, con el control del presupuesto y la administración, han preferido la retórica de la “cuarta transformación” a la solución de problemas concretos. La infraestructura básica, como el drenaje pluvial, no da votos ni fotos espectaculares, y por eso se posterga indefinidamente. Se dan los contratos entre cuates con descaro, no cumplen con reglas de calidad como los hijos de AMLO que venden balastro defectuoso al Tren Maya.
En Huejutla, la lluvia no es la culpable. La verdadera tormenta es la negligencia institucional de quienes gobiernan bajo la bandera de Morena y sus aliados. El drenaje que no existe, las carreteras que se inundan y la seguridad vial ausente son el saldo de una administración que prefiere la retórica a la solución. La culpa, esta vez, no puede repartirse: tiene color guinda y es resultado de la omisión, la simulación y la falta de voluntad política. Ahí las huestes de Nueva Alianza florecen a la sombra de la corrupción, no es casual que un partido así solo pueda sobrevivir lamentablemente en Hidalgo, por el mismo rezago que el bloque guinda sigue perpetuando.
“La transformación prometida por Morena se ahoga cada vez que llueve. Y mientras tanto, los vecinos siguen esperando que el cambio sea más que un eslogan.”