La política en Hidalgo ha vivido una transformación profunda en los últimos años, marcada por la llegada de Morena al poder estatal y la reconfiguración de los liderazgos locales. En este contexto, Cuauhtémoc Ochoa Fernández se ha consolidado como uno de los operadores políticos más influyentes y estratégicos dentro de Morena, superando en relevancia a figuras como Miguel Tello, Simey Olvera y Guillermo Olivares Reyna. Su ascenso no es casualidad, sino resultado de décadas de experiencia, habilidad para construir alianzas y una lectura precisa del momento político.
Para entender el ascenso de Ochoa es imprescindible reconocer el papel decisivo que jugó la traición de Omar Fayad en la elección de 2022. Fayad, gobernador priista en funciones, fue el principal responsable de debilitar la estructura del PRI en Hidalgo al no apoyar con fuerza la candidatura de su propio partido, lo que facilitó la victoria de Julio Menchaca y el arribo de Morena al poder estatal.
Lejos de defender al PRI, Fayad permitió que operadores, cuadros y recursos migraran hacia Morena, fracturando la cohesión interna del partido y minando su capacidad electoral. Esta deslealtad fue señalada públicamente por la dirigencia nacional del PRI y es considerada el punto de quiebre que abrió el camino para el cambio político en Hidalgo.
En medio de este reacomodo político, Cuauhtémoc Ochoa supo aprovechar la coyuntura para consolidar su liderazgo. Con una trayectoria que incluye cargos en el PVEM y posiciones legislativas estatales y federales, Ochoa llegó a Morena con la experiencia y el pragmatismo necesarios para construir una red sólida de apoyos.
Su capacidad para negociar, gestionar conflictos y tejer alianzas lo ha posicionado como el principal articulador de Morena en Hidalgo, superando a otros actores internos. Ochoa mantiene una base fuerte entre presidentes municipales, empresarios y liderazgos regionales, lo que le permite influir decisivamente en la toma de decisiones y en la definición de candidaturas.
A pesar del liderazgo de Ochoa, Morena enfrenta desafíos importantes. El partido está integrado por actores de orígenes diversos, incluidos ex priistas, panistas y militantes del PVEM y PT, lo que genera tensiones y competencia por espacios de poder.
El PVEM y el PT han fortalecido sus estructuras y podrían competir con candidaturas propias si no obtienen espacios suficientes en la coalición, lo que podría fragmentar el voto y debilitar a Morena. Esta situación abre oportunidades para que partidos como Movimiento Ciudadano, PAN o PRI capitalicen la división.
La experiencia reciente en México muestra que Morena, aunque ha logrado convertirse en la principal fuerza política a nivel estatal y municipal, enfrenta serias dificultades para sostener alianzas estables con sus partidos aliados, especialmente cuando se acerca el cambio de poderes o la definición de candidaturas locales. La coalición que ha llevado a Morena al poder en numerosos estados —principalmente con el PT y el PVEM— ha sido efectiva para ganar elecciones, pero no necesariamente para mantener la cohesión interna y la disciplina política una vez que se reparten los espacios de poder.
En la práctica, tanto el PT como el PVEM tienen agendas propias y estructuras independientes. Aunque han sido aliados legislativos y electorales de Morena, su peso y presencia son considerablemente menores: el PVEM y el PT tienen menos de una tercera parte de las alcaldías que controla Morena a nivel nacional, y sólo en entidades muy específicas pueden competir de tú a tú con el partido guinda. Esto genera tensiones cuando se negocian posiciones, ya que los partidos pequeños buscan maximizar su representación y no dudan en romper acuerdos si consideran que sus intereses no están suficientemente representados.
Ejemplos recientes ilustran cómo, al acercarse los procesos de renovación de gobiernos municipales o estatales, las alianzas tienden a fracturarse. En 2023, en Coahuila, la falta de acuerdo entre Morena y el PT derivó en candidaturas separadas, lo que fragmentó el voto y permitió que el PRI retuviera la gubernatura. En Veracruz, para las elecciones municipales de 2025, el PT decidió ir solo en todos los municipios, inconforme con la baja cantidad de candidaturas que le ofrecía la alianza con Morena y el PVEM, mientras que Movimiento Ciudadano y el PAN también descartaron coaliciones amplias. Estos episodios demuestran que, en el momento clave de la definición de candidaturas y el reparto de poder, Morena no logra sostener la unidad con sus aliados.
En Hidalgo, la situación no es diferente. Aunque Morena ha crecido en estructura y presencia, la integración de cuadros provenientes de otros partidos —incluyendo ex priistas, verdes y petistas— hace que las lealtades sean frágiles y que la competencia interna por candidaturas sea intensa. Las diferencias entre grupos locales y la falta de liderazgos unificadores han derivado en fracturas y conflictos, como se observó en procesos anteriores donde disputas internas y la ausencia de consensos afectaron el desempeño electoral del partido.
La falta de cohesión y la propensión a la ruptura entre Morena y sus aliados es un patrón que se repite a nivel nacional y subnacional. Cuando se acerca el cambio de poderes, los partidos que integran la coalición oficialista suelen anteponer sus propios intereses y no dudan en competir por separado si consideran que la alianza no les garantiza suficientes posiciones o influencia. Esto debilita a Morena y abre la puerta a que otras fuerzas políticas capitalicen la fragmentación del bloque gobernante.
Cuauhtémoc Ochoa Fernández continúa siendo la figura central y el operador más efectivo dentro de Morena Hidalgo. Sin embargo, el éxito electoral dependerá de su capacidad para mantener la unidad interna, responder a un electorado cada vez más exigente y evitar que las fracturas sean aprovechadas por la oposición.
La historia reciente demuestra que las traiciones y los reacomodos pueden definir elecciones. Ochoa ha sabido posicionarse en este contexto, pero el escenario político sigue abierto y la competencia será cada vez más intensa en Hidalgo.