¿Por qué México está en recesión? Una explicación sencilla de la peor crisis de 1994.
En abril de 2025, México entró oficialmente en recesión técnica. Eso significa que la economía del país se ha encogido durante dos trimestres seguidos. Es un término que suena técnico, pero su impacto es muy real: menos dinero circulando, menos empleos, menos oportunidades. Y aunque la explicación puede parecer complicada, en realidad se resume en dos grandes problemas: somos pobres y nos manejan mal.
¿Qué es una recesión técnica?
Imagina que la economía de México es como una bicicleta. Si pedaleas, avanzas; si dejas de pedalear, te detienes; pero si empiezas a ir hacia atrás, tienes un problema serio. Eso es lo que está pasando: el país no solo dejó de avanzar, sino que ahora va en reversa. Los expertos dicen que dos trimestres seguidos de caída en el Producto Interno Bruto (PIB) es suficiente para declarar recesión. México acaba de cumplir ese requisito, con caídas del -0.6% y -0.4% en los últimos dos trimestres, según datos del INEGI y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
¿Por qué somos pobres?
México es un país con enormes recursos y talento, pero la mayoría de la gente vive con muy poco. Más del 40% de los mexicanos está en pobreza, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). El salario mínimo apenas alcanza para cubrir lo básico y, aunque ha subido en los últimos años, la inflación y la falta de empleos bien pagados hacen que la vida sea cada vez más difícil.
El consumo de las familias —lo que la gente gasta en comida, transporte, salud y educación— cayó más de 1% en los últimos seis meses. Cuando la gente tiene menos dinero, compra menos, y eso afecta a todos: desde el dueño de una tiendita hasta las grandes empresas.
¿Por qué nos manejan mal?
Aquí es donde entra el segundo gran problema: las decisiones del gobierno. Desde hace años, los gobiernos mexicanos han apostado por grandes proyectos de infraestructura, como el Tren Maya o la refinería Dos Bocas, en vez de invertir en educación, salud o apoyo a pequeñas empresas. Estos megaproyectos han costado miles de millones de dólares, pero todavía no generan los empleos ni el crecimiento prometidos.
Además, el gobierno de Claudia Sheinbaum, que asumió el poder en octubre de 2024, ha preferido mantener una política de austeridad: recorta gastos en oficinas y servicios públicos, pero no ha hecho una reforma fiscal que permita recaudar más dinero de quienes más tienen. El resultado es que el dinero no alcanza para todo, y se gasta mal.
Es fundamental señalar que la presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta enormes obstáculos para gobernar con autonomía. A pesar de haber asumido el poder con una victoria histórica, la realidad es que el control absoluto de Morena y sus aliados en el Congreso, así como la presencia de funcionarios leales a Andrés Manuel López Obrador en los principales cargos, limitan su margen de maniobra y la obligan a continuar el proyecto político de su antecesor. Más de la mitad de los mexicanos perciben que AMLO sigue influyendo en las decisiones clave del nuevo gobierno, y cualquier intento de Sheinbaum por tomar un rumbo distinto es visto como una ruptura con el líder fundador de Morena.
Además, Sheinbaum hereda un país con problemas estructurales y un “desmadre” administrativo: deudas crecientes, megaproyectos inacabados y escándalos de corrupción que involucran a los hijos de López Obrador, señalados en investigaciones periodísticas por tráfico de influencias y contratos irregulares, aunque ellos han negado las acusaciones y no se han presentado pruebas concluyentes. La combinación de una estructura de poder cerrada, lealtades personales y un legado de opacidad hace muy difícil que la presidenta pueda implementar cambios de fondo o romper con las inercias del pasado. Así, la recesión y la falta de resultados no pueden atribuirse solo a la actual mandataria, sino también al peso de un sistema político y partidista que no la deja gobernar con independencia.
El endeudamiento es otro problema: la deuda pública ya supera el 55% del PIB, y solo pagar los intereses cuesta más que el presupuesto anual de salud. Mucho de ese dinero se ha usado para tapar hoyos y rescatar proyectos poco rentables, en vez de apoyar a quienes más lo necesitan.
El golpe externo: cuando Estados Unidos estornuda, México se enferma
Pero no todo es culpa de las decisiones internas. México depende enormemente de Estados Unidos: más del 80% de nuestras exportaciones van para allá. Cuando Donald Trump volvió a la presidencia en 2024, impuso aranceles del 35% a productos mexicanos como autos, electrónicos y acero. Eso hizo que las exportaciones mexicanas cayeran en picada, y con ellas, miles de empleos y millones de dólares.
No haber diversificado los mercados fue un error de décadas. Cuando el vecino del norte cierra la puerta, México no tiene a dónde más vender, y eso nos pega directo en el bolsillo.
El círculo vicioso: menos inversión, menos empleo, menos consumo
La falta de confianza en el futuro hace que la gente y las empresas gasten menos. La inversión privada cayó más de 4% el año pasado, y el crédito para negocios está en su nivel más bajo en 15 años. Si no hay inversión, no hay nuevos empleos. Si no hay empleos, la gente no tiene dinero para gastar. Y si no hay consumo, los negocios cierran. Es un círculo vicioso del que es difícil salir.
¿Y ahora qué?
El gobierno dice que la recesión es “temporal”, pero los expertos no son tan optimistas. El FMI prevé que México terminará 2025 con una caída del 0.3% en su economía, y si no se toman medidas urgentes, la situación podría empeorar en 2026.
¿Qué se puede hacer? Los analistas proponen varias soluciones:
• Negociar con Estados Unidos para reducir los aranceles y proteger las exportaciones mexicanas.
• Redirigir el gasto público hacia sectores que generen más empleos y bienestar, como salud, educación y pequeñas empresas.
• Implementar una reforma fiscal que permita recaudar más de quienes más tienen.
• Fomentar la inversión y la innovación, en vez de depender de proyectos de infraestructura que no han dado resultados.
La recesión es el síntoma, no la enfermedad
México está en recesión porque es pobre y porque lo han manejado mal. La economía no crece porque la mayoría de la gente no tiene dinero suficiente, y las decisiones de gobierno no han ayudado a cambiar esa realidad. Además, dependemos demasiado de Estados Unidos, y cuando ellos cierran la puerta, nos quedamos sin opciones.
Salir de la recesión no será fácil, pero tampoco es imposible. Requiere decisiones valientes, honestidad para reconocer los errores y, sobre todo, pensar en el bienestar de la mayoría, no solo en proyectos faraónicos o en intereses de unos pocos. Mientras eso no cambie, México seguirá pedaleando en reversa, y la recesión será solo el primer síntoma de un problema mucho más profundo.