mayo 15, 2025
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Después de emborrachar a su perro, pide prohibir los toros: la hipocresía eterna

Después de emborrachar a su perro, pide prohibir los toros: la hipocresía eterna


En Hidalgo, el diputado Avelino Tovar Iglesias, del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), se ha convertido en un símbolo de la incongruencia política. Mientras promueve una iniciativa para prohibir las corridas de toros bajo el pretexto de proteger a los animales, su historial personal y político lo traiciona. Este legislador no solo ha sido señalado por intentar emborrachar a su perro, sino también por presuntas actitudes discriminatorias y una trayectoria que parece más enfocada en el oportunismo que en los principios.


Avelino Tovar: el falso defensor animal


La reciente propuesta de Tovar Iglesias para prohibir las corridas de toros en Hidalgo ha generado un debate intenso. Sin embargo, su postura como supuesto defensor de los derechos animales se tambalea ante las acusaciones que lo persiguen. Este año, se le señaló por haber intentado darle alcohol a su perro durante una reunión privada, un acto que contradice completamente la imagen que intenta proyectar. Aunque él niega las acusaciones, este episodio refuerza la percepción de que su compromiso con las causas animalistas es superficial y oportunista.


Además, Tovar ha sido acusado de discriminación hacia una activista transgénero, María Karen Quintero. Según reportes, el diputado habría incurrido en violencia política y laboral contra ella, lo que lo coloca en una posición aún más cuestionable. ¿Cómo puede alguien que discrimina y maltrata ser el abanderado de causas progresistas?


El Partido Verde: una máquina de corrupción


Pero Avelino Tovar no es un caso aislado; es solo un engranaje más en la maquinaria del Partido Verde Ecologista de México, una organización que desde su fundación ha acumulado escándalos y denuncias. El PVEM tiene poco de ecologista y mucho de pragmatismo político. Desde violaciones a la ley electoral hasta casos de corrupción descarada, este partido ha demostrado ser más un negocio familiar que una fuerza política comprometida con el medio ambiente.


Entre sus episodios más vergonzosos se encuentran:


• Su expulsión del Partido Verde Europeo en 2009 por promover la pena de muerte y la cadena perpetua, medidas contrarias a los principios ecologistas.


• Multas millonarias por propaganda ilegal en cines y redes sociales durante vedas electorales.


• Uso descarado de celebridades para promover campañas políticas en plena jornada electoral.


• Escándalos de tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito protagonizados por figuras como Jorge Emilio González Martínez, conocido como “El Niño Verde”.


El PVEM ha sido señalado como una “vergüenza nacional” por intelectuales mexicanos, quienes han pedido su desaparición para mejorar la salud democrática del país. Su modus operandi es claro: alianzas estratégicas con partidos más grandes para mantenerse cerca del poder, mientras venden su agenda al mejor postor.


La hipocresía detrás del discurso


La iniciativa para prohibir las corridas de toros en Hidalgo podría ser un paso importante hacia el reconocimiento de los derechos animales. Sin embargo, cuando esta propuesta viene de un partido cuya historia está marcada por corrupción y simulación, pierde toda credibilidad. Avelino Tovar Iglesias y el PVEM no son defensores genuinos ni del medio ambiente ni del bienestar animal; son oportunistas que utilizan estas causas como herramientas políticas.


En lugar de liderar con principios sólidos, el PVEM ha demostrado ser un partido pragmático cuya única agenda es mantenerse vigente. Y Avelino Tovar encarna perfectamente esta filosofía: un político dispuesto a disfrazarse de defensor animal mientras su historial personal lo contradice.
Hidalgo merece algo mejor


El caso de Avelino Tovar Iglesias no solo pone en evidencia la hipocresía individual del legislador, sino también la podredumbre institucional del Partido Verde Ecologista de México. Hidalgo necesita líderes auténticos y comprometidos con causas reales, no figuras que buscan protagonismo a través de simulaciones políticas.


La prohibición de las corridas de toros es un tema serio que merece ser discutido con profundidad y responsabilidad. Pero cuando quienes lideran el debate están rodeados de escándalos personales y políticos, el proceso pierde legitimidad y se convierte en otro espectáculo vacío. Es hora de exigir coherencia y ética a nuestros representantes; basta ya de farsantes disfrazados de progresistas.

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