América Latina y el Caribe se preparan para enfrentar un 2025 con un crecimiento económico proyectado del 2.4%, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Aunque esta cifra representa una leve mejora respecto a años anteriores, la región sigue atrapada en una “trampa de bajo crecimiento”, marcada por la dependencia del consumo privado, baja inversión, limitada productividad y factores externos como el cambio climático y las tensiones geopolíticas. Este panorama plantea interrogantes sobre cómo los países latinoamericanos pueden superar sus desafíos estructurales para garantizar un desarrollo sostenible e inclusivo.
La Cepal señala que el motor principal del crecimiento en la región sigue siendo el consumo privado, pero su expansión se ha moderado considerablemente, lo que limita su capacidad para impulsar las economías. Además, la inversión en infraestructura, tecnología e innovación continúa siendo insuficiente, lo que frena la competitividad y dificulta la diversificación económica. Este estancamiento estructural se ve agravado por factores externos como las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, que generan incertidumbre en los mercados globales y afectan directamente a las economías latinoamericanas.
Otro desafío crítico es el impacto del cambio climático. La región enfrenta fenómenos climáticos extremos como sequías, inundaciones y huracanes que afectan sectores clave como la agricultura y la energía. Estos eventos no solo dañan la infraestructura y reducen la productividad, sino que también exacerban las desigualdades sociales al golpear más fuerte a las comunidades vulnerables. A esto se suma la persistente desigualdad social en América Latina, que dificulta la implementación de políticas económicas inclusivas y sostenibles.
A pesar de estos retos, algunos países han logrado destacar por sus proyecciones positivas. República Dominicana lidera las expectativas con un crecimiento estimado del 4.6%, impulsado por un dinamismo en sectores como el turismo y las exportaciones. Argentina también muestra señales de recuperación con un crecimiento proyectado del 4.3%, gracias a políticas económicas más activas y una mejora en sus exportaciones agrícolas. Sin embargo, otras economías como México, con un crecimiento esperado de apenas 1.2%, enfrentan mayores desafíos debido a incertidumbres políticas internas y bajas tasas de inversión. Haití, por su parte, enfrenta una contracción económica proyectada del -0.5%, reflejo de sus profundas crisis políticas y sociales.
Para superar esta “trampa de bajo crecimiento”, los expertos sugieren una serie de reformas estructurales urgentes. En primer lugar, es crucial diversificar las economías de la región para reducir su dependencia de materias primas e impulsar sectores industriales y tecnológicos que generen mayor valor agregado. En segundo lugar, se necesita fomentar la inversión extranjera directa mediante incentivos fiscales y políticas claras que atraigan capitales hacia proyectos estratégicos como infraestructura crítica, educación y salud. Además, adoptar estrategias sostenibles para mitigar los efectos del cambio climático es esencial para proteger sectores vulnerables como la agricultura y garantizar una transición energética hacia fuentes renovables.
La Cepal también destaca la importancia de fortalecer los sistemas fiscales para garantizar una mayor recaudación tributaria que permita financiar políticas públicas inclusivas. Esto incluye combatir la evasión fiscal y promover impuestos progresivos que reduzcan las desigualdades sociales. Asimismo, mejorar la gobernanza institucional es clave para aumentar la confianza de los inversores y garantizar una gestión eficiente de los recursos públicos.
Aunque el panorama económico para 2025 es moderadamente optimista, América Latina enfrenta desafíos estructurales profundos que requieren soluciones integrales y coordinadas entre los gobiernos nacionales, el sector privado y los organismos internacionales. Sin reformas ambiciosas y sostenibles, la región corre el riesgo de quedarse atrapada en un ciclo de bajo crecimiento económico combinado con alta desigualdad social.
La Cepal subraya que América Latina tiene el potencial de convertirse en una región más resiliente y competitiva en el escenario global si logra implementar estas reformas estructurales. El futuro económico de la región dependerá no solo de su capacidad para adaptarse a los cambios externos, sino también de su voluntad política para transformar sus modelos económicos hacia uno más inclusivo, sostenible e innovador.
