No solo fue la senadora del tricolor en Hidalgo quien exhibió la Estafa Siniestra; desde múltiples frentes, periodistas y actores políticos han apuntado hacia un entramado de corrupción que sigue intacto, protegiendo a los verdaderos responsables. Mientras Hidalgo termina 2025, el desfalco de más de 2 mil 400 millones de pesos reclama justicia que hasta ahora la Fiscalía Anticorrupción ha sido incapaz de impartir, mostrando una preocupante ineficiencia y posibles redes de complicidad que han blindado al exgobernador Omar Fayad Meneses, pieza clave y principal ausente en procesos concretos.
Desde el inicio de las investigaciones, la Fiscalía Anticorrupción de Hidalgo ha sido un actor ambivalente. Pese a las pruebas acumuladas, la entidad se ha negado a presentar denuncias formales contra Omar Fayad, amparándose en tecnicismos para no avanzar en imputaciones directas. Esta actitud no solo ha generado indignación social, sino que también alimenta la percepción de que la Fiscalía actúa más como protectora que como perseguida de la corrupción, un filtro que ha mantenido a Fayad fuera del alcance de la justicia pese a las evidencias del enorme desfalco cometido bajo su mandato.
Organismos de vigilancia y medios independientes han señalado que la Fiscalía se ha enfocado en sacrificar a funcionarios menores, mientras el verdadero cerebro político de la Estafa Siniestra permanece impune y protegido por un sistema judicial coludido. La incapacidad o falta de voluntad para desmantelar esta red confirma que la impunidad tiene padrinos poderosos, rebasando el discurso oficial de transparencia y combate a la corrupción.
Omar Fayad Meneses no es un actor pasivo ni un inocente señalado sin fundamentos. La acumulación fraudulenta de recursos públicos en su gestión y el entramado financiero detrás del saqueo revelan a un delincuente de cuello blanco que se benefició y ordenó la operación de ese entramado corrupto. Mientras la ley exige pruebas directas, en la práctica la opacidad y el miedo paralizan a los testimonios y a las denuncias, permitiendo que Fayad mantenga su estatus de intocable, blindado con argucias legales y respaldos políticos.
Esta impunidad es una afrenta directa a la ciudadanía y a la gobernabilidad democrática. La ausencia de avance contra Fayad intensifica la crisis de legitimidad en Hidalgo y aumenta la sensación de que la 4T y el actual gobierno, lejos de romper ese pacto de impunidad, lo perpetúan y lo usan para conservar el poder.
La ciudadanía hidalguense observa con decepción cómo los responsables mayores de la Estafa Siniestra esquivan los procesos judiciales y cómo la Fiscalía parece más dedicada a cuidar a los poderosos que a castigar la corrupción. Los procesos frenados y las investigaciones a medias mantienen a la población en un limbo de intolerancia donde la justicia se percibe como un privilegio reservado a funcionarios menores o adversarios políticos, no para quienes realmente saquearon al estado.
La presión social demanda un giro radical, no solo en el gobierno, sino también en la Fiscalía, para que esta deje sus funciones burocráticas y asuma el rol esencial de perseguir sin excepciones a los delincuentes de cuello blanco, comenzando por Omar Fayad Meneses, cuya sombra ha oscurecido durante demasiado tiempo el horizonte político y financiero de Hidalgo.
En una ironía cruel para los hidalguenses que dieron un voto de castigo al PRI para mandar a la lona a Omar Fayad, el partido Morena, que prometió acabar con la corrupción, lo premió otorgándole una de las embajadas mejor pagadas en Noruega, un paraíso fiscal que, aunque geográficamente está en Europa, no pertenece a la Unión Europea. Esta designación no solo pone en entredicho el compromiso anticorrupción del gobierno actual, sino que además le brinda a Fayad la posibilidad concreta de ocultar recursos y dinero en cuentas noruegas, lejos del escrutinio mexicano.
Esta escena es una bofetada para quienes confiaron en el cambio, un recordatorio de que la alternancia puede ser solo fachada cuando se premia a los corruptos con cargos diplomáticos y blindajes internacionales. Mientras el pueblo hidalguense sueña con justicia y transparencia, el sistema político se dedica a cubrir impunidades, dejando claro que la corrupción sigue siendo el enemigo invisible que aprovecha cada espacio, incluso los aparentemente más insospechados.
