El discurso de la llamada “Cuarta Transformación” se ha estrellado contra la realidad en Hidalgo. A pesar de las promesas de Morena de que “ahora sí habría un sistema de salud como en Dinamarca”, lo que existe en el estado es un sistema colapsado, desabasto de medicinas, hospitales inconclusos y médicos mal pagados.
En clínicas rurales y hospitales regionales de Hidalgo, la falta de medicamentos básicos como antibióticos, analgésicos e incluso material de curación es algo cotidiano. Familias enteras han tenido que endeudarse para comprar medicinas que deberían ser gratuitas en hospitales públicos.
Médicos y enfermeras trabajan sin lo indispensable, y los pacientes sufren las consecuencias.
Mientras tanto, médicos y enfermeras eventuales viven con contratos precarios o pagos retrasados. La promesa de basificación masiva anunciada por el presidente y replicada en Hidalgo sigue siendo un mito: miles de trabajadores de la salud siguen con incertidumbre laboral.
Morena llegó prometiendo “salud universal, gratuita y de calidad”. En Hidalgo, lo que hay es corrupción, improvisación y abandono institucional. Pacientes sin medicinas, hospitales de adorno y personal maltratado son el verdadero rostro del sector salud bajo el partido guinda.
La realidad es contundente: el saldo de Morena en salud es un desastre que se mide en vidas perdidas, familias endeudadas y la creciente desconfianza de los hidalguenses hacia un gobierno que prometió curar al sistema, pero lo dejó en terapia intensiva.