octubre 7, 2025
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Francisco “El Cometa” y Adriana Hernández: escándalo en Tepehuacán y Tlahuiltepa

Francisco “El Cometa” y Adriana Hernández: escándalo en Tepehuacán y Tlahuiltepa

En Tepehuacán de Guerrero, municipio enclavado en la Sierra hidalguense, el poder local vive su peor crisis en años. La administración encabezada por Francisco “El Cometa” Martínez no solo está marcada por denuncias de corrupción y privilegios: el supuesto romance entre “El Cometa” y Adriana Hernández, auxiliar de Tesorería, ha escalado hasta convertirse en un terremoto político y familiar que ya sacude a dos presidencias municipales. La alcaldesa de Tlahuiltepa, Diana López Rangel, esposa de “El Cometa”, ya se enteró del escándalo, y el costo político y personal amenaza con desbordar las fronteras de ambos municipios.

La culpa no es de Adriana, sino de un político sin escrupulos que se aprovecha de la necesidad de esta mujer para imponer sus oscuras intenciones.

Privilegios, ausencias y nómina dorada: el sello de la administración

Desde el inicio de la gestión de “El Cometa”, la nómina municipal de Tepehuacán ha sido objeto de críticas. Mientras empleados de base y personal sindicalizado enfrentan recortes, retrasos en pagos y sanciones por faltas menores, figuras cercanas al presidente municipal gozan de sueldos elevados y permisos prolongados con goce de sueldo. El caso de Adriana Hernández es el más visible: fuentes internas confirman que estuvo ausente durante semanas, incluso meses, sin que se le descontara un solo peso, y su salario es superior al de varios directores de área.

El favoritismo no es nuevo en Tepehuacán. Empleados y exempleados denuncian que la nómina se ha convertido en un botín político, donde el mérito importa menos que la lealtad al grupo en el poder. Permisos sin justificación, sueldos inflados, plazas fantasma y nula supervisión son parte de la vida diaria en el ayuntamiento.

¿Por qué “El Cometa”? El apodo que lo persigue

A mitad de los pasillos municipales y en las pláticas de la plaza, todos saben por qué a Francisco Martínez le dicen “El Cometa”. No es solo un apodo: es una declaración de su relación con Tepehuacán. Le llaman así porque, como los cometas, solo aparece cada cuatro años, justo cuando hay elecciones. El resto del tiempo, ni vive en el municipio ni se le ve participando en la vida cotidiana de la comunidad. Su “órbita” política es tan predecible como distante: reaparece para buscar el poder, hace promesas y, tras la jornada electoral, vuelve a desaparecer hasta el siguiente ciclo. Para muchos, “El Cometa” no es de Tepehuacán, sino un visitante temporal que solo regresa cuando le conviene. Esta vez se pudo colgar de la popularidad de la 4T y gano con pocos votos, es un extraño en las comunidades como alcalde.

El romance a voces: de los pasillos municipales al escándalo familiar

Pero el escándalo va más allá de los números. En Tepehuacán y municipios vecinos, el supuesto romance entre “El Cometa” y Adriana Hernández es un secreto a voces. Las versiones sobre reuniones fuera de horario, viajes y favores administrativos han circulado entre trabajadores y líderes comunitarios. El asunto, que comenzó como rumor, se ha convertido en tema de conversación obligado en el café, el mercado y las redes sociales locales.

La situación estalló cuando la noticia llegó a oídos de Diana López Rangel, alcaldesa de Tlahuiltepa y esposa de “El Cometa”. Fuentes cercanas al círculo político regional aseguran que la confrontación ya ocurrió y que la tensión no solo es personal, sino también institucional: ambos municipios están bajo la lupa, y la estabilidad política de la región está en juego.

Ausencias, desgobierno y uso discrecional de recursos

La crisis no es solo de imagen. “El Cometa” ha dejado al municipio sin liderazgo efectivo en varias ocasiones. La ausencia más reciente, entre el 20 de noviembre del 2024 al 16 de enero de 2025, 58 días dejó a Tepehuacán sin rumbo en un periodo clave para la gestión pública, para andar de vacaciones en la playa. Durante estos vacíos de poder, las decisiones administrativas quedan en manos de funcionarios interinos, muchos de ellos señalados por su cercanía con el presidente municipal y por prácticas poco transparentes.

Además, el uso discrecional de recursos públicos para cubrir deudas políticas y personales ha sido una constante. Documentos internos y testimonios apuntan a desvíos de fondos para pagar favores y mantener la lealtad de aliados, mientras la infraestructura y los servicios básicos del municipio se deterioran.

El abandono más grande es a la región de San Juan y pueblos cercanos. Dicen que a Ahuehueco no va porqué le da miedo, a pesar de las constantes llamadas de la comunidad de atender la problemática de sus símbolos más importantes, el encino gigante que está por la iglesia del pueblo, que parece que si no le dan mantenimiento con una base de concreto especial terminará por caerse sobre las casas.

Falta de transparencia y complicidad institucional

Ni la Contraloría ni la Tesorería han emitido informes claros sobre las irregularidades en la nómina ni han sancionado las ausencias injustificadas. La falta de respuestas oficiales confirma un patrón de complicidad y encubrimiento dentro del ayuntamiento. Los mecanismos de rendición de cuentas, en teoría obligatorios, son ignorados o manipulados para proteger a los allegados del poder.

Impacto social: hartazgo, desconfianza y rezago

La combinación de privilegios, corrupción y desatención repercute directamente en la vida cotidiana de la población. Tepehuacán enfrenta rezagos en salud, educación y obra pública, mientras los recursos municipales se diluyen en nóminas infladas y gastos opacos. El hartazgo social crece y la desconfianza en las autoridades alcanza niveles históricos.

Políticamente, el escándalo ya daña la imagen no solo de Tepehuacán, sino también de Tlahuiltepa. Diana López Rangel, hasta ahora con perfil discreto, enfrenta el costo político y personal del escándalo, y la oposición local ya exige investigaciones y sanciones ejemplares.

La región en vilo: ¿y la justicia?

El caso de “El Cometa” y Adriana Hernández es más que un chisme de pueblo: es el retrato de cómo el poder se ejerce sin controles en muchas regiones del país. La ciudadanía exige transparencia, castigo a los responsables y un cambio real en la forma de gobernar.

Mientras “El Cometa” y su círculo guardan silencio, y la alcaldesa de Tlahuiltepa enfrenta el escarnio público, el futuro de ambos municipios se tambalea. La hora de la verdad ha llegado. Tepehuacán y Tlahuiltepa no pueden esperar más.

Se desliza entre los rumores que Adriana Hernández podría estar embarazada, y que esta situación estaría influyendo para que no se le aplique ninguna sanción ni se le exija rendición de cuentas, lo que añade una nueva dimensión al escándalo y complica aún más la situación política y familiar en la región.

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