En medio de un discurso optimista promovido por Marcelo Ebrard, secretario de Economía, la realidad económica de México ha quedado expuesta tras los resultados del Índice de Confianza de Inversión Extranjera 2025 elaborado por Kearney. México ha descendido al último lugar entre los 25 países evaluados, marcando un deterioro significativo en su atractivo como destino para el capital extranjero.
El contraste entre el discurso oficial y los hechos es evidente. Marcelo Ebrard ha insistido repetidamente en que México sigue siendo un país atractivo para la inversión extranjera, destacando supuestos compromisos de grandes empresas internacionales y minimizando los efectos adversos de políticas internas y externas. Sin embargo, los datos del índice muestran una realidad distinta: México cayó del puesto 21 en 2024 al 25 este año, ocupando el último lugar entre las economías más confiables para la inversión.
Ebrard ha afirmado que las reformas judiciales y económicas no han afectado el interés de las empresas extranjeras, pero los resultados del informe indican que gran parte de la inversión que llega al país proviene de reinversiones de utilidades y no de nuevos proyectos. Esto contradice su narrativa sobre un supuesto auge en la atracción de capitales.
La caída en el ranking se atribuye a varios factores clave:
El desempeño histórico de México en este índice muestra cómo el país ha perdido terreno con cada administración reciente. Durante el sexenio de Felipe Calderón, México llegó a ocupar el octavo lugar; con Enrique Peña Nieto fluctuó entre los puestos 9 y 17. Bajo Andrés Manuel López Obrador, México quedó fuera del listado durante cuatro años consecutivos (2020-2023), regresando apenas en 2024 con Claudia Sheinbaum.
Este retroceso evidencia una tendencia preocupante: mientras otras economías emergentes como China e India consolidan su posición como destinos atractivos para la inversión extranjera directa (IED), México parece estar estancado.
Marcelo Ebrard ha intentado contrarrestar estas cifras con declaraciones sobre supuestos compromisos multimillonarios por parte de empresas extranjeras. En septiembre de 2024, aseguró que grandes compañías estadounidenses y europeas estaban interesadas en invertir en México y que el país mantenía su competitividad gracias a su talento laboral y ventajas geográficas. Sin embargo, estas afirmaciones carecen de sustento cuando se analizan los resultados concretos del índice.
Además, Ebrard ha desestimado críticas sobre la reforma judicial y sus efectos en la inversión extranjera, afirmando que hablar mal del país “ahuyenta inversiones”. Este enfoque parece ignorar las preocupaciones legítimas expresadas por empresarios nacionales e internacionales sobre la falta de certeza jurídica y regulatoria.
La posición número 25 tiene implicaciones directas para México:
A pesar del discurso optimista promovido por Marcelo Ebrard, los datos del índice Kearney revelan una realidad preocupante para México. La caída al último lugar no solo expone las inconsistencias en las declaraciones oficiales, sino también los desafíos estructurales que enfrenta el país para recuperar su atractivo como destino para la inversión extranjera directa.
México necesita cambios profundos en sus políticas públicas y económicas para revertir esta tendencia. Sin embargo, mientras prevalezca una narrativa basada más en promesas que en resultados concretos, será difícil recuperar la confianza perdida entre los inversionistas globales.